13.6.09
Petróleo: el caso de la Federación de Italia
Julio César, es uno de los hombres más recordados en la historia romana, fue un político que logró concretar la anhelada triple alianza con Pompeyo y Craso; no obstante, su ambición lo llevó a nombrarse dictador de por vida y consecuentemente, a su asesinato. Fue entonces, cuando la disputa, entre los posibles sucesores, Marco Antonio y Augusto, provocó catorce años de guerra. Con carácter, Augusto salió triunfante en el año 31 a.C., e inteligentemente evitó ser un dictador como César, formó el Principado, con poder real de por vida y al mismo tiempo, le dio al Senado elegantes atribuciones. Así, nació el Imperio Romano, que le heredó a la humanidad, el sistema jurídico romano germánico, el derecho del corpus iuris justinianeo, basado en la supremacía de los valores morales (N. González, 2009), sistema jurídico, que a la fecha es utilizado por 108 países en el mundo.
En épocas subsecuentes, Italia se convirtió en Estado Nación en 1861, fue victima del fascismo de Mussolini, perdió la Segunda Guerra Mundial y una República democrática sustituyó a la monarquía, como consecuencia de la promulgación de la Constitución de 1947.
A partir de ahí, el gobierno de Enrico de Nicola, emprendió el camino de la política exterior con la bandera pacifista, para generar prosperidad. Por ello, en 1949 refrendó el Tratado del Atlántico Norte; en 1951 signó el Tratado de París, por el que se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero; en 1955 ingresó a las Naciones Unidas y para reducir las tensiones de la guerra fría, suscribió el Acta de Helsinki; firmó los Tratados de Roma de 1957; e ingresó al G7 en 1975; y fue país fundador en 1960 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que agrupa a las naciones más avanzadas y que proveen al 70% del mercado mundial.
Con ese impulso internacionalista, logró al cierre de 2008, ostentarse como el sexto Producto Interno Bruto más grande del mundo y con ello, los italianos se beneficiaron de un pib per cápita de 31 mil dólares. El récord de exportaciones superó los 500 mil millones de dólares, de facto, se ubicó como la séptima potencia más exportadora del orbe. El comercio exterior se potencializa, por su privilegiada ubicación, que facilita las operaciones por cielo, mar y tierra; así, el comercio italiano penetra fuertemente en un mercado de 396 millones de consumidores europeos y da cuenta del 13% del PIB de la Unión Europea, factor que los ubica como la cuarta economía más grande de Europa.
En congruencia, Italia cuenta con infraestructura, que les permite estar en la Champions League del comercio exterior. El sector posee: 135 aeropuertos; 609 buques mercantes; 19 mil kilómetros de red ferroviaria ; 487 mil kilómetros de carreteras; 26 millones de líneas telefónicas fijas; son décima potencia en líneas de celular, y; en el internet navegan 32 millones de usuarios.
Es claro, que la prosperidad de los italianos, se debe a que han logrado garantizar el abasto de energía para sus 85 millones de habitantes. Hay que decir, que sus recursos energéticos son carentes y limitados, toda vez, que no tienen petróleo, sus reservas probadas representan sólo el 0.06% de las reservas mundiales y su producción diaria alcanza sólo 110 mil barriles de crudo, el 0.15% de la producción mundial.
Aunado a lo anterior, se trata de uno de los países que más derrocha hidrocarburos, sus actividades diarias le exigen consumir 1 millón 646 mil barriles y por ello, están obligados a importar 2 millones 223 mil barriles todos los días, provenientes de Rusia, África y Golfo Pérsico.
A propósito, se recuerda a Séneca: "nuestra naturaleza está en la acción, el reposo presagia la muerte." Con esa visión, los italianos importan el petróleo y lo transforman en gasolina, y lo exportan a España, Bélgica, y Estados Unidos. Para ello, poseen 17 refinerías, que representan la mayor capacidad de refinación en la Unión Europea, con 2 millones 200 mil barriles diarios, el 2.64% del total mundial.
Otro recurso en carencia, es el gas natural. Durante la última década, el consumo ha crecido notablemente, los italianos se han convertido en el octavo consumidor más grande, situación que los obliga a ser la onceava potencia importadora de gas natural. De ahí, que el abasto representa en la agenda pública un tema de seguridad nacional, dado que las irrupciones de suministro suelen causar desastres económicos y sociales. En la actualidad sus proveedores son Argelia (38%), Rusia (32%), Países Bajos (14%), Noruega (9%) y Nigeria (7%).
Italia, cuenta con el tercer sistema de gasoductos más grande de toda Europa, por tanto, su red internacional es un tema de importancia para el Parlamento, que aprobó contundentemente, la Ley de 23 de agosto de 2004, en la que quedó establecido el objetivo de la política energética: “garantizar la viabilidad económica del suministro de energía y la no discriminación entre los operadores en el territorio, con el fin de promover la competitividad del sistema económico.”
Los frutos están a la vista, Italia se enorgullece de contar con el famoso Transmed, cuya longitud abarca más de 1,400 kilómetros de ductos, desde Argelia a Sicilia, a través de Tunes, con capacidad de 2.3 millones de pies cúbicos al día. Otro importante aporte digno de la ingeniería italiana, es el Transitgas que recorre la mayoría de los países del Norte de Europa con destino Milán.
Recientemente, la necesidad por aumentar el suministro hacia Italia, orilló a la Comisión Europea y a representantes de siete gobiernos europeos, para suscribir un acuerdo, con el fin de iniciar la construcción del gasoducto Constanza-Trieste y así, vincular a Rumania con Italia.
Evidentemente, no se puede soslayar, que el actor energético más importante en el territorio es la petrolera ENI SpA. El orgullo italiano se dedica a la exploración y producción de crudo, refinación, producción de gas natural y generación de electricidad. Actualmente, es la décima octava empresa más importante de todas las que existen en el mundo y está consolidada como la octava petrolera más grande del planeta (Forbes, 2008). En estos días de crisis, la empresa es comandada por Paolo Scaroni, que reportó ventas al cierre del 2008 por 158 mil millones de dólares y cuenta con 76 mil empleados que operan en 70 países.
Sorprende al mundo, que en el 2008, ENI haya aumentado su producción en un 3.5% con respecto al año anterior, sobre todo, porque la mayoría de las petroleras publicaron disminuciones en producción. La cifra productiva de 1.8 millones de barriles por día, se le atribuye al liderazgo positivo generado por Paolo Scaroni.
La estrategia de su líder, consiste en desarrollar negocios en lugares poco apetecibles para los gigantes petroleros, en donde ENI, ofrece a sus gobiernos: apoyo tecnológico, sostenibilidad, ahorro, investigación, inversión y desarrollo. Por ejemplo, se recuerda la exitosa operación en el Congo, cuya misión se sustentaba con lo siguiente: “creemos que es intolerable para los países que exportan grandes cantidades de petróleo, que sean víctimas de las interrupciones eléctricas”,
argumentó Scaroni. (Reed. S, 2009).
En consecuencia, ENI consolidó una alianza con Denis Sassou-Nguesso, Presidente de la República del Congo, para suministrar electricidad a su Nación, ante las cotidianas interrupciones eléctricas propias del subdesarrollo. La habilidad italiana logró el acuerdo, que implicó una inversión de 3 mil millones de dólares, para construir dos centrales eléctricas que tendrían que utilizar gas y con ello, ENI sería acreedor del suministro del 80% de la electricidad y del mercado de gas. Con esa visión, la petrolera italiana ha aumentado un 70% la producción en la última década.
Aún considerando los logros en comento, el gobierno italiano tiene presente que la política energética no puede centrarse en petróleo, por ello, es imprescindible encontrar otras soluciones, acordes a la gravedad que implica el cambio climático, que tanto angustia.
De facto, Italia padece de altos índices de contaminación que han dado el mote de décima potencia contaminante, por ello, atento, el Parlamento aprobó medidas de aplicación directa en materia ambiental en el 2004 (Ley 308), en la que se estableció que el Estado debe “garantizar la preservación, protección y mejora de la calidad del medio ambiente, la protección de la salud humana, la utilización prudente y racional de los recursos naturales.”
Ante esta gravedad, se han alzado muchas voces que recuerdan que la energía nuclear debe considerarse como una solución viable para contrarrestar los efectos del cambio climático y es que la energía nuclear no emite contaminantes al aire y los residuos son menores a los producidos por combustibles fósiles. Actualmente existen 439 reactores en operación en el mundo y generan el 18% de la energía eléctrica, a partir de energía nuclear. (Roberts, 2007)
Italia fue pionero y maestro de la energía nuclear en el mundo. En 1946 fundó el primer organismo científico de energía nuclear; en 1960 instituyó la Comisión Nacional para la Energía Nuclear; en 1958 inició la construcción del primer Reactor Nuclear y para 1970 Italia presumía al mundo de operar con cuatro grandes reactores nucleares.
Sin embargo, el avance se interrumpió, porque el gobierno decidió cerrar sus reactores nucleares, luego del accidente de 1986 en la central nuclear de Chernóbil, que provocó una explosión 500 veces mayor a la bomba atómica arrojada en Hiroshima y que según el informe de Chernóbil, para el 2065 se contarán 38,000 muertos por cáncer. El cierre fue aplaudido por los gobernados, no obstante, se reportaron pérdidas multimillonarias, la contaminación se agudizó y se presentaron alzas en las tarifas de la electricidad, que hoy son 30% mayores al promedio europeo.
Atento a la problemática, Giorgio Napolitano, siendo candidato presidencial, propuso en campaña reactivar las plantas nucleares. Su oferta electoral lo llevó al triunfo el 10 de mayo de 2006, sobre todo, por el costo de los energéticos. Conviene citar a Peter Drucker: “la mejor manera de predecir el futuro es crearlo." Con contundencia, Italia tendrá nuevas centrales nucleares con la ayuda de Francia, toda vez, que el primer ministro Italiano, Silvio Berlusconi y el jefe de Estado francés, Nicolás Sarkozy, firmaron en Roma el acuerdo que permitirá su funcionamiento a más tardar en el 2020.
Si bien es cierto, que los italianos persisten en encontrar soluciones que mitiguen su dependencia energética, hay que decir, que existen otras alternativas que deben considerarse antes de asumir el riesgo vertido por la energía nuclear. Se recuerda a Marx: "una cosa es continuar la historia y otra es repetirla." Por tanto, es probable, que ninguna propuesta se asemeje a las derramas económicas que genera una planta nuclear, sin embargo, si se busca la eficiencia energética, se encontrarán ejemplos de éxito en Italia, que demuestran que el negocio de las energías verdes son rentables y viables. En la misma sintonía, se recuerda al inventor estadounidense, Richard Buckminster Fuller, que solía decir que “si permitimos la contaminación es porque ignoramos su valor.”
En efecto, Italia, presenta características adecuadas para desarrollar la energía solar, cualidades para explotar la energía geotérmica y de potencializarse, podría poseer el mayor per cápita geotérmico en el mundo y en lo que respecta a la energía eólica, de incentivarse, los Italianos podrían posicionarse como el mayor productor en el orbe.
La hegemonía de Italia, demuestra que es posible generar crecimiento económico, aún sin energéticos. Sus retos hacia el progreso, implican aplicar una política sostenible, en la que se pondere todas las alternativas, examinando la viabilidad, costo, beneficio y la seguridad energética. Dichos preceptos deben ser garantes de desarrollo económico, desarrollo social y protección al medio ambiente, pues son los puntos medulares de la sostenibilidad. Queda la advertencia, que de nada nos serviría una economía y un derecho, sin un planeta. Por último, los italianos demuestran que ante la destrucción del Imperio Romano y en la derrota en la Segunda Guerra Mundial, es posible superar la adversidad con sacrificio, tenacidad y carácter, pues sólo quienes afrontan la desdicha conocen su real potencial.