7.10.09
Petróleo: el caso de Canadá
Columna Hegemonía
Por Salvador Barragán Heredia*
Publicado en Global Energy (13). Agosto de 2009. Pág. 10
Es la Nación más extensa del mundo, la catorceava economía más importante en términos de Producto Interno Bruto (CIA, 2008) y la que menos inflación padece. Canadá, en la Primera Guerra Mundial se distinguía por su actividad agrícola, ahora es ampliamente reconocida por su industria y sus servicios, que le han permitido transformarse en una economía sólida y próspera.
En la actualidad, la bonanza canadiense está presente en los primeros lugares de las listas internacionales de calidad de vida. Por ejemplo, ocupan la quinta posición del mundo en desarrollo humano, es la sexta potencia en el índice de sostenibilidad, es la onceava Nación más pacifista, y el duodécimo País menos corrupto, y además, Vancouver es la ciudad más recomendable para vivir del mundo, atendiendo a su estabilidad social, condiciones sanitarias, cultura, medio ambiente, educación e infraestructura. (The Economist, 2009)
En efecto, las políticas públicas han sido eficaces para generarles riqueza y bienestar. Es justo decir, que la orientación de éstas políticas, se localizan en la explotación inteligente de sus recursos naturales. A propósito de esto: “no heredamos la tierra de nuestros antepasados, la legamos a nuestros hijos”, decía Antoine de Saint-Exupéry.
Canadá se distingue por poseer el 10% de los bosques en el mundo, son la quinta potencia pesquera y el primer productor de miel de maple (Barber, 2006), pero lo que es más contundente, es que se trata de la segunda Nación que tiene más petróleo en su subsuelo.
Se estima que la cantidad de petróleo que existe en Canadá, determinada mediante el análisis de datos geológicos y de ingeniería de alto grado de confianza para ser comercialmente recuperables (reservas probadas) es de 178,900 millones de barriles de crudo, lo que los sitúa sólo debajo de Arabia Saudita. Las proyecciones indican en razón al ritmo de consumo y de producción que presentan, que esta abundancia podría ser suficiente para unos 200 años. (Oil and Gas Journal).
La política energética canadiense tiene como estrategia incentivar la explotación de los hidrocarburos de una forma ordenada, toda vez, que en la actualidad el petróleo es la actividad más rentable que existe en el mundo, pero es evidente, que todo negocio tiene un periodo de vida y en algunos años llegará su fin, pues dicen los expertos que la tecnología favorecerá a las energías limpias y harán factible la sustitución de los combustibles fósiles.
Por ello, el gobierno canadiense, ha concentrado esfuerzos para regular eficazmente sus actividades energéticas y, al mismo tiempo, garantice la seguridad jurídica de sus inversionistas.
En consecuencia, en los últimos años la política energética canadiense tiene puesto el objetivo en maximizar la capacidad de bombeo a fin de aumentar los ingresos por concepto de ventas de hidrocarburos. Esto implica el aumento de inversión privada y de facto, esto permitirá a Canadá hacer frente al colapso del techo del petróleo, incrementando sus ingresos por concepto de hidrocarburos, ante la escasees y aún contra la volatilidad de los precios.
El marco energético canadiense se encuentra en plena consonancia con el imperio del modelo capitalista, en donde prevalece el principio de “dejar que el mercado opere”. En esta premisa, el Estado actúa como órgano fiscalizador; es decir, la actividad energética opera bajo la supervisión reguladora del Estado.
El ordenamiento jurídico de mayor jerarquía, es la Constitución de Canadá de 1867, actualmente en vigor. La norma suprema faculta al órgano legislativo de cada provincia para promulgar leyes exclusivas de recursos no renovables, forestales y de energía eléctrica.
Derivado de ello, el marco jurídico energético de Canadá cuenta con leyes promulgadas por el Parlamento, legislaturas provinciales y en parte por el derecho consuetudinario (common law).
Estas normas federales y provinciales, están adecuadas a la realidad que prevalece en Canadá y más aún, se enfocan a un plan estratégico a futuro. Así, los canadienses han potencializado rápidamente su producción. Durante el 2004, lograron producir 2.5 millones de barriles diarios de crudo (MBD) y para el cierre del 2008, la cifra se ubicó en 3.3 (MBD) (National Energy Board); es decir, lograron incrementar la producción en un 32% en cuatro años, lo que les ha permitido posicionarse en el mundo energético como la séptima potencia productora.
El incremento en producción se debe en gran medida a los nuevos descubrimientos que han sido posibles. El instrumento que ha sido el motor de inversiones privadas es la denominada Ley de Operaciones de Petróleo y Gas, que promueve las actividades de exploración y producción, garantiza la seguridad energética, protege al medio ambiente y fomenta la conservación de los recursos energéticos.
En sintonía, el marco jurídico cuenta con la Ley del Consejo Nacional de Energía, que tiene como finalidad regular los aspectos internacionales e interprovinciales del petróleo, el gas y las industrias eléctricas. Para ello, se establece en la ley, al órgano facultado en la materia. Se trata del Consejo Nacional de Energía, integrado por nueve miembros que duran en su encargo siete años. El Consejo opera como un tribunal, con jurisdicción plena y exclusiva para investigar, conocer y resolver sobre los asuntos inherentes a la actividad energética. El Consejo emplea a 340 personas y su presupuesto anual es de 40 millones de dólares.
La ley contempla un elemento estratégico del sector energético. Se trata del transporte vía ductos que permite transportar grandes cantidades de petróleo en una extensión de 23,000 kilómetros (Natural Resourses Canada) y cuenta con más de 5,000 kilómetros de gasoductos dedicados al transporte de productos de petróleo refinado.
Dada la importancia del transporte vía ductos, la ley establece que para iniciarse la construcción de un ducto se requiere de una licencia (Art. 31) expedida por el Consejo y autorizada, si y solo si, el ducto que se pretende construir es de utilidad pública. El Consejo valora la potencialidad del mercado, viabilidad económica, estructura financiera del solicitante, métodos de financiación, ingeniería y la construcción de la tubería.
Los canadienses se han visto beneficiados de la participación privada en el sistema de ductos. El sistema es veloz, eficiente y presenta alta calidad en el servicio, conecta a los centros de refinación: Edmonton (Alberta), Sarnia (Ontario) y Montreal (Quebec).
Fuertes inversiones privadas también se presentan en el sistema de refinación canadiense y sus resultados expansivos han sido sumamente positivos. En la actualidad existen 12 empresas que operan las 19 refinerías que existen en Canadá y 16 de ellas, producen toda la gama de productos derivados del petróleo. La actividad de refinación tiene capacidad para refinar 1.9 millones de barriles diariamente, lo que lo sitúa como la onceava potencia refinadora del mundo.
En lo que concierne a la actividad exploratoria y productora, esta se regula a través de la Ley de Recursos Petroleros, la cual es de relevancia, porque establece el alcance jurídico de una licencia para explorar y de perforar petróleo y para desarrollar yacimientos (Art. 22). La licencia determina el área a explorar o a perforar, así como el derecho de desarrollar yacimientos de producción. También establece que el titular de la licencia de cualquier descubrimiento comercial, deberá otorgar regalías producto de la licencia, al gobierno, según las tasas que se determinen, atendiendo a la importancia y al volumen de la producción.
Destaca en la referida ley, que “ninguna persona podrá exportar o importar petróleo o gas, excepto en virtud de una licencia expedida.” (Art. 116). Para ello, el Consejo, podrá expedir licencias para la exportación o la importación de petróleo o gas”. (Art. 117).
La ley ha sido eficaz para incrementar la actividad exportadora. En estos días, la producción canadiense alcanza los 3.3 MBD y presentan un alto consumo interno de 2.3 MBD. El remanente permite exportar 900 mil barriles diarios, lo que los posiciona como séptima potencia productora, octava exportadora y octava consumidora del mundo.
Otro importante logro del gobierno canadiense, es la regulación de precios en distintas fuentes de energía, que se establecen en Ley de Administración de Energía. El ordenamiento permite lograr un precio uniforme en los costos de transporte de petróleo crudo y busca generar un equilibrio entre productores y consumidores, sobre todo en casos de inestabilidad de precios en los mercados internacionales y ante las reducciones de producción de crudo a nivel mundial.
La ley facilita que las principales corporaciones logren acuerdos entre ellos, para que el consumidor obtenga precios justos en el combustible. Actualmente en Canadá operan grandes corporaciones, tales como: Imperial Oil, EnCanada, Talisman Energy, Suncor, EOG Resources, Husky Energy, Canada y Apache.
Como se ha señalado anteriormente, Canadá es un país que exporta grandes cantidades de hidrocarburos y además es un alto consumidor, por lo tanto, el gobierno canadiense no puede eludir la responsabilidad que tiene respecto al medio ambiente, y en congruencia, el Parlamento ha actuado con responsabilidad promulgando leyes dirigidas a la preservación del medio ambiente.
Persiguiendo ese loable afán, el Parlamento aprobó la Ley de Protección de Medio Ambiente. El ordenamiento establece procedimientos para evaluar los riesgos para el medio ambiente y la salud humana. Incluye nuevas disposiciones para regular la contaminación en los vehículos y motores. Además, incentiva la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Destacados ambientalistas afirman, que el impacto de la mencionada ley representa una muestra clara de una tendencia centralizadora en materia de política ambiental canadiense. Entre ellos, Jean Piette considera que “la promulgación de la Ley superó todo lo que se había hecho hasta ese momento en materia de medio ambiente.” (Jaria, 2005)
Otro importante aporte en materia ambiental, es la Ley Canadiense de Evaluación Ambiental. El ordenamiento fomenta el desarrollo sostenible, promueve la coordinación entre los gobiernos federal y provincial sobre las evaluaciones ambientales y promueve la comunicación entre autoridades federales.
Con orgullo los estudiosos canadienses del derecho ambiental, presumen la Ley de Aire Limpio. Este aporte legislativo tiene por objeto reducir las emisiones al aire y gas de efecto invernadero. Se establece el reconocimiento de las obligaciones ambientales contraídas respecto al cambio climático: “…que considerando que el gobierno reconoce que el cambio climático constituye una de las más graves amenazas para la humanidad. El gobierno tiene una innegable responsabilidad de responder al cambio climático, dado que su riqueza per cápita se encuentra entre las más altas del mundo y que algunos de los más graves impactos del cambio climático ya se están sintiendo en Canadá, especialmente en el Ártico.”
Es posible que el más grande acierto de la política energética canadiense, sea la incursión en las energías limpias. De facto, la energía hidráulica aporta el 25% de la energía y han dado un paso enorme en la energía eólica, que se proyecta que para el 2015 podrían lograr abarcar el 5.5% del mercado energético canadiense.
Son pocas Naciones, las que tienen un marco jurídico energético eficiente. Canadá se privilegia de sus condiciones naturales y particularmente de su riqueza petrolera, pero también se ha beneficiado de las acciones de sus gobernantes, pues le han dado a Canadá, regulaciones apropiadas para potencializar esa riqueza y en definitiva, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Por último, es claro el reto que enfrentan los canadienses, pues pretenden continuar con su hegemonía productora, pero no deben soslayar la importancia que tiene reducir su consumo interno, para continuar distinguiéndose como una Nación que se admira por sus altas montañas, escarpadas costas, llanos ilimitados, enormes bosques, lagos y ríos cristalinos, pero sobre todo por su aire fresco y limpio.
AL MARGEN. El doctor en Administración y en Educación, Jorge López González, tomará posesión el 12 de agosto del presente al frente de la Universidad Anáhuac México Sur. Recuerdo con generosidad haber leído una entrevista que le hicieron hace tiempo y en ella se le inquirió: ¿cómo se imagina su vida en veinte años? El doctor contestó: “mi vida está en manos de Dios y en Él confío”. Sea Usted cordialmente bienvenido señor Rector.
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